Aproximadamente a las 13:00 horas del jueves, un murmullo recorrió los pasillos de la Basílica de San Pedro del Vaticano cuando varias personas comenzaron a alertar: «¡El Papa está aquí! ¡El Papa está aquí!». Esta inesperada aparición del Papa Francisco se produjo en un momento en que su salud había sido objeto de atención, tras un reciente ingreso hospitalario por neumonía. A pesar de la delicada situación, el Pontífice decidió hacer una visita informal a la basílica, donde se detuvo a rezar en silencio ante las tumbas de San Pío X y Benedicto XV, así como a saludar a los fieles presentes.
La visita del Papa fue breve pero emotiva. Francisco, que se encontraba en silla de ruedas y usando una cánula de oxígeno, se mostró accesible y cercano a los asistentes. Este encuentro se produjo pocos días después de que el Papa sorprendiera a los 20,000 fieles congregados en la plaza durante el Jubileo de los Enfermos, donde también hizo una aparición inesperada. En esta ocasión, decidió adelantarse a su horario previsto y atravesar la Puerta de la Oración para dirigirse al interior del templo.
Durante su recorrido, el Papa se detuvo ante la tumba de Pío X, a quien siempre ha mostrado una especial devoción, y también visitó el monumento a Benedicto XV, conocido como el Papa de la Gran Guerra. Además, hizo una parada ante las tumbas recientemente restauradas de Pablo III y Urbano VIII. La emoción entre los presentes fue palpable, ya que muchos de ellos no esperaban ver al Santo Padre en ese momento.
La noticia de la presencia del Papa se propagó rápidamente, atrayendo a más fieles que deseaban saludarlo. Entre la multitud, se encontraban restauradores que trabajaban en la basílica, quienes tuvieron la oportunidad de estrechar la mano del Pontífice. Monseñor Valerio Di Palma, canónigo de San Pedro, relató que la emoción fue tan intensa que se le nubló la visión por las lágrimas, impidiéndole incluso tomar una foto del momento.
El Papa, que vestía de civil y llevaba una manta sobre las piernas para protegerse del frío, se mostró especialmente cercano a los presentes. Testigos del evento comentaron que la imagen del Papa, en su estado de salud delicado, conmovió a todos los que estaban allí. «Nos conmovió verlo así, sencillo. Todos lloraban, incluso los guardias de seguridad», compartieron algunos asistentes. Varios niños se acercaron al Pontífice, y una mujer recibió su bendición entre lágrimas.
A pesar de no pronunciar palabra durante el encuentro, el Papa se comunicó mediante gestos de afecto y cercanía, lo que dejó una profunda impresión en los presentes. La visita informal del Papa Francisco a la Basílica de San Pedro no solo fue un acto de fe, sino también un momento de conexión emocional con los fieles, quienes valoraron su esfuerzo por estar presente a pesar de sus problemas de salud.
Este tipo de apariciones del Papa, aunque breves, son significativas en el contexto de su liderazgo espiritual y su relación con los fieles. A medida que avanza su recuperación, la comunidad católica sigue atenta a su estado de salud y a sus futuras actividades. La visita a la Basílica de San Pedro es un recordatorio del compromiso del Papa con su misión pastoral, incluso en tiempos difíciles.