En el corazón de Madrid, bajo el bullicio de la ciudad y la actividad cotidiana de sus habitantes, se encuentra una de las infraestructuras más impresionantes y menos conocidas: el tanque de tormentas de Arroyofresno. Este colosal depósito, que se extiende a lo largo de 400.000 metros cúbicos, es el más grande de Europa y desempeña un papel crucial en la gestión de las aguas pluviales, especialmente en un contexto de cambio climático que ha llevado a un aumento en la frecuencia e intensidad de las lluvias.
### La Función Vital del Tanque de Tormentas
La principal función del tanque de tormentas de Arroyofresno es actuar como un sistema de seguridad para la ciudad. Durante las tormentas, este depósito se convierte en un salvavidas, evitando que el sistema de alcantarillado se colapse y que el agua contaminada fluya hacia el río Manzanares. La infraestructura no solo se encarga de almacenar el exceso de agua, sino que también permite un tratamiento previo antes de que el agua sea devuelta al sistema de alcantarillado. Esto se logra mediante un proceso de filtrado que retiene los residuos más grandes, como toallitas y latas, y permite que el agua se decante, mejorando su calidad antes de ser tratada en las depuradoras.
Marta López, jefa de sección de Alcantarillado, explica que el diseño del sistema de alcantarillado se basa en un nivel de lluvia de diseño, que es el máximo esperado en condiciones normales. Sin embargo, cuando las lluvias superan este umbral, el tanque de tormentas entra en acción, acumulando el exceso de agua para su posterior tratamiento. Este proceso es fundamental para mantener la calidad del agua del Manzanares, un objetivo primordial de la red de tanques de tormentas de Madrid.
### Adaptación a los Desafíos Climáticos
La importancia del tanque de Arroyofresno se ha hecho evidente en los últimos meses, especialmente tras el marzo más lluvioso de la historia de Madrid, donde se registraron 237 litros por metro cuadrado. Este evento climático extremo ha puesto a prueba la capacidad de la infraestructura, que actualmente almacena alrededor de 370.000 metros cúbicos de agua, cerca del 90% de su capacidad máxima. Para poner esto en perspectiva, la superficie del tanque es equivalente a cuatro campos de fútbol, y en este momento, está cubierta por una capa de agua de aproximadamente 7 metros de altura.
La adaptación de Madrid a estos nuevos retos climáticos es un tema de gran relevancia. Con un total de 38 tanques de tormentas en la capital, que suman una capacidad total de 1.410.100 metros cúbicos, la ciudad se posiciona como un ejemplo de gestión eficiente de recursos hídricos. Borja Carabante, delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, ha destacado que estas infraestructuras permiten a Madrid enfrentar episodios de lluvia cada vez más intensos y frecuentes, lo que es crucial en un contexto de cambio climático.
En los primeros tres meses de 2025, los tanques de tormentas han almacenado un total de 2.748.594 litros, un 48,7% más que la media de los últimos seis años. Solo en marzo, tras las intensas lluvias, estas instalaciones alcanzaron su máxima capacidad, acumulando 2,7 millones de litros. Una vez que cesan las precipitaciones, el agua almacenada se vacía progresivamente, se trata y se destina al riego de zonas verdes y al baldeo de calles, lo que contribuye a la sostenibilidad de la ciudad.
La existencia de estos tanques de tormentas es un recordatorio de la importancia de la infraestructura subterránea en la gestión de recursos hídricos. Aunque a menudo pasan desapercibidos para el ciudadano promedio, su papel es fundamental para garantizar la seguridad y la calidad del entorno urbano. La inversión en estas infraestructuras no solo es una respuesta a las necesidades actuales, sino también una estrategia a largo plazo para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático.
La historia del tanque de tormentas de Arroyofresno es un ejemplo de cómo la ingeniería y la planificación urbana pueden trabajar de la mano para crear soluciones efectivas ante problemas ambientales. En un mundo donde los fenómenos climáticos extremos son cada vez más comunes, la capacidad de las ciudades para adaptarse y gestionar sus recursos hídricos será crucial para su sostenibilidad futura.