El Convento de las Comendadoras de Santiago el Mayor, un emblemático edificio de Madrid, ha reabierto sus puertas después de más de dos décadas de cierre. Este convento, considerado el primero de la capital y el único que se conserva íntegramente, se encuentra en la plaza que lleva su nombre y es un testimonio vivo de la historia y la arquitectura de la ciudad. Su construcción se inició en 1584, pero no fue hasta 1650 que las primeras monjas comendadoras de la orden de Santiago llegaron desde Valladolid para establecerse en el lugar. Desde entonces, el convento ha sido un punto de referencia tanto espiritual como cultural en Madrid.
La iglesia del convento es su elemento más destacado, con una planta de cruz griega y una impresionante cúpula sobre pechinas que ha maravillado a los visitantes durante siglos. La decoración interior, que incluye pilastras pareadas que se extienden hacia la cúpula, añade un aire de grandeza al templo. La fachada, por su parte, presenta un pórtico con tres arcos de medio punto flanqueados por dos torres, creando una entrada majestuosa que invita a los visitantes a explorar su interior.
### La Intervención de Sabatini y el Impacto de la Guerra Civil
Uno de los momentos más significativos en la historia del convento fue la intervención del arquitecto Francisco Sabatini en 1753. Sabatini, conocido por su trabajo en otras obras icónicas de Madrid, llevó a cabo una reestructuración que unió las diversas casas que conformaban el convento en ese momento. Sin embargo, la historia del convento no ha estado exenta de dificultades. Durante la Guerra Civil Española, las religiosas fueron expulsadas y el edificio fue utilizado como ‘checa’ por las milicias. Posteriormente, se convirtió en una cárcel masculina para presos republicanos. Fue en 1941 cuando las monjas pudieron recuperar el convento para su uso religioso.
A lo largo de los años, el convento ha sido objeto de diversas restauraciones. En 1970, fue declarado Bien de Interés Cultural, lo que marcó el inicio de un proceso de conservación más intensivo. En el año 2000, comenzaron trabajos de restauración que buscaban devolver al convento su esplendor original. Se realizaron limpiezas de pinturas, conservación de la sillería del coro y el traslado de los restos mortales de la fundadora de las Comendadoras de Santiago desde Valladolid. En 2009, la Comunidad de Madrid destinó dos millones de euros a la restauración de la iglesia y el convento, consolidando la estructura de la cúpula central, los ábsides, los muros y los forjados.
### La Reapertura y la Experiencia del Visitante
Después de años de trabajos de restauración, el convento reabrió su iglesia en octubre del año pasado, permitiendo a los vecinos y visitantes de Madrid redescubrir este tesoro arquitectónico. Ahora, el convento ofrece visitas guiadas que permiten explorar no solo la iglesia, sino también el Coro Bajo, la Capilla de las Niñas y la Sala Capitular. Estos espacios albergan obras artísticas de renombrados autores, como el famoso pintor Luca Giordano, lo que añade un valor cultural significativo a la visita.
Los visitantes pueden disfrutar de un recorrido que no solo les permitirá apreciar la belleza arquitectónica del convento, sino también sumergirse en su rica historia. La experiencia se complementa con la posibilidad de adquirir entradas a través de plataformas en línea, facilitando así el acceso a este importante sitio cultural. La reapertura del convento no solo representa un triunfo para la conservación del patrimonio histórico de Madrid, sino que también ofrece a los ciudadanos y turistas la oportunidad de conectar con la historia de la ciudad de una manera única.
En un mundo donde la modernidad a menudo eclipsa el pasado, la reactivación del Convento de las Comendadoras de Santiago el Mayor es un recordatorio de la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio cultural. Este convento, con su rica historia y su impresionante arquitectura, se erige como un símbolo de la resiliencia y la continuidad de la tradición en el corazón de Madrid. La posibilidad de visitar este lugar histórico no solo enriquece la oferta cultural de la ciudad, sino que también invita a reflexionar sobre el legado que las generaciones pasadas han dejado y que ahora podemos apreciar y disfrutar.