El eurodiputado Alvise Pérez ha estado en el centro de la atención mediática desde su llegada al Parlamento Europeo, representando a la plataforma ‘Se acabó la fiesta’. Sin embargo, su carrera política ha estado marcada por controversias y conflictos internos que han culminado en una ruptura significativa con sus compañeros de partido. Recientemente, los eurodiputados Diego Solier y Nora Junco anunciaron su desvinculación de Pérez, citando preocupaciones éticas y legales que han surgido en torno a su figura.
### La Imputación de Alvise Pérez
La situación de Alvise Pérez se ha complicado aún más con la apertura de una tercera causa penal en su contra. Esta nueva imputación se relaciona con mensajes que Pérez difundió en su canal de Telegram, en los que atacó a la fiscal de delitos de odio de Valencia, Susana Gisbert. Este caso se suma a otras dos causas que ya pesaban sobre él: una por la supuesta aceptación de 100.000 euros de un empresario para su formación política durante las elecciones europeas, y otra por la difusión de un documento falso relacionado con el COVID-19 del presidente catalán, Salvador Illa.
Los eurodiputados Solier y Junco han declarado que estas investigaciones judiciales les obligan a marcar una frontera ética y política clara. En su comunicado, afirmaron: «Ni compartimos sus métodos ni participamos de su entorno», lo que refleja un distanciamiento total de Pérez y sus prácticas. Esta ruptura no solo es un golpe para Pérez, sino que también pone de manifiesto las tensiones dentro de la formación política SALF, que ha estado lidiando con la percepción de corrupción y falta de transparencia.
### La Guerra Interna en SALF
El conflicto interno en SALF comenzó cuando Alvise insinuó que sus compañeros de partido podrían haber sido influenciados por lobbies para apoyar el plan de rearme de la Unión Europea. Esta acusación provocó una reacción inmediata de Solier y Junco, quienes se sintieron traicionados y decidieron distanciarse de Pérez. En su declaración, ambos políticos enfatizaron que su compromiso es con los más de 800.000 españoles que votaron por una política honesta y al servicio de la gente común.
La ruptura se ha intensificado con acusaciones mutuas. Alvise ha calificado a Solier de traidor y ha insinuado que su decisión de votar a favor del plan de rearme fue influenciada por reuniones con altos cargos del Partido Popular. Por su parte, Solier y Junco han denunciado las tácticas de intimidación y desinformación que han sufrido por parte de Pérez, describiendo su comportamiento como antidemocrático e incompatible con una labor institucional seria.
A medida que la situación se desarrolla, Alvise se encuentra cada vez más aislado en el Parlamento Europeo. A pesar de que la actual legislatura cuenta con un número récord de grupos de derecha, Pérez no ha logrado ser aceptado en ninguno de ellos, quedando relegado al grupo de los no inscritos. Esto refleja no solo su falta de apoyo dentro de su propio partido, sino también la creciente preocupación por su reputación y las implicaciones legales que enfrenta.
Los eurodiputados Solier y Junco han decidido continuar su labor parlamentaria como independientes, alineándose con el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, que ha rechazado la entrada de Pérez debido a sus problemas judiciales. En su comunicado, enfatizaron su compromiso con una alternativa política que sea firme, moderna y crítica, pero que también esté centrada en soluciones reales y alejada de espectáculos y populismos tóxicos.
La ruptura de SALF y Alvise Pérez es un claro ejemplo de cómo las tensiones internas y las controversias legales pueden afectar la cohesión de un partido político. A medida que avanza la legislatura, será interesante observar cómo se desarrollan estos acontecimientos y qué impacto tendrán en la política europea en general. La situación de Alvise Pérez no solo plantea preguntas sobre su futuro político, sino también sobre la dirección que tomará SALF en un contexto cada vez más polarizado y desafiante.