El cáncer de ovario es una de las enfermedades más temidas por las mujeres, no solo por su naturaleza letal, sino también por su diagnóstico tardío. Cada 8 de mayo, el Día Mundial del Cáncer de Ovario se convierte en una oportunidad para concienciar sobre esta enfermedad que, aunque representa solo el 3% de todos los cánceres femeninos, tiene una alta tasa de mortalidad. La doctora María Fernández Chereguini, ginecóloga oncológica, destaca la importancia de la detección temprana y el conocimiento de los factores de riesgo asociados a esta enfermedad.
### Factores de Riesgo y Prevención
La edad es uno de los factores más relevantes en el desarrollo del cáncer de ovario. La mayoría de los diagnósticos se realizan en mujeres mayores de 50 años. Además, los antecedentes familiares de cáncer de ovario o de mama son cruciales, ya que entre el 15% y el 25% de los casos están relacionados con mutaciones hereditarias en los genes BRCA1 y BRCA2. Otros factores de riesgo incluyen la nuliparidad (no haber tenido hijos), la menopausia tardía, la endometriosis y el uso prolongado de terapia hormonal sustitutiva.
La doctora Fernández Chereguini enfatiza que, aunque no existe una forma garantizada de prevenir el cáncer de ovario, mantener un estilo de vida saludable puede ayudar a reducir el riesgo. Esto incluye una dieta equilibrada, ejercicio regular y evitar el tabaco y el alcohol. Las pruebas genéticas son recomendadas para mujeres con antecedentes familiares significativos, ya que pueden facilitar la implementación de estrategias preventivas, como una vigilancia más estrecha o cirugía profiláctica.
### Diagnóstico y Tratamiento
El diagnóstico precoz es fundamental en la lucha contra el cáncer de ovario. Sin embargo, uno de los principales desafíos es que los síntomas iniciales son a menudo vagos y pueden confundirse con otros problemas de salud. Síntomas como hinchazón abdominal persistente, dolor pélvico, cambios en los hábitos intestinales o urinarios, y sensación de saciedad precoz son comunes, lo que puede llevar a un diagnóstico tardío. Actualmente, no existe una prueba eficaz de detección precoz para la población general, aunque se están investigando biomarcadores como el CA-125 y técnicas como la ecografía transvaginal.
El tratamiento del cáncer de ovario generalmente combina cirugía y quimioterapia. La cirugía citorreductora busca eliminar todo el volumen tumoral visible, seguida de quimioterapia con carboplatino y paclitaxel. En los últimos años, se han logrado avances significativos en el tratamiento, especialmente con la introducción de terapias dirigidas como los inhibidores de PARP, que han demostrado mejorar la supervivencia en pacientes con mutaciones genéticas específicas. Además, la investigación en inmunoterapia y medicina personalizada está abriendo nuevas posibilidades terapéuticas.
El impacto del cáncer de ovario no se limita a lo físico; también tiene un efecto emocional significativo. Los efectos secundarios del tratamiento, como la fatiga, la caída del cabello y la menopausia precoz, pueden contribuir a la ansiedad y la depresión. Por ello, es esencial un enfoque integral que incluya apoyo psicológico, rehabilitación física y acompañamiento social para las pacientes.
La tasa de supervivencia a cinco años varía considerablemente según el estadio en que se diagnostica la enfermedad. En fases iniciales, la tasa puede superar el 70%, pero en estadios avanzados, esta cifra puede caer entre el 30% y el 40%. A pesar de esto, los avances en tratamientos están permitiendo que cada vez más mujeres vivan más tiempo y con mejor calidad de vida. Las recaídas son comunes, especialmente en estadios III y IV, pero muchos de estos casos pueden ser controlados con nuevos tratamientos, lo que convierte a la enfermedad en una afección crónica manejable.
La doctora Fernández Chereguini aconseja a las mujeres diagnosticadas con cáncer de ovario que no se sientan solas. Es crucial contar con un equipo médico especializado, informarse sobre la enfermedad, considerar segundas opiniones y conocer todas las opciones disponibles, incluidos los ensayos clínicos. Cuidar tanto la salud física como la emocional es vital para afrontar el proceso con fortaleza y esperanza.