La cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladímir Putin, se llevará a cabo el próximo 15 de agosto en Alaska. Este encuentro tiene como objetivo principal abordar la crisis en Ucrania, aunque las expectativas de un avance significativo son escasas. La elección de Alaska como sede es notable, dado su trasfondo histórico y geopolítico, lo que añade una capa de complejidad a la reunión.
### Un Territorio con Historia
Alaska, que significa «tierra grande» en aleutiano, es el estado más extenso de Estados Unidos, con más de 1,7 millones de kilómetros cuadrados. Sin embargo, también es uno de los menos poblados. Antes de ser parte de Estados Unidos, Alaska fue territorio del Imperio Ruso. Los primeros pobladores de esta región fueron nómadas que cruzaron el Puente de Beringia desde Asia, un fenómeno que ocurrió durante la última glaciación.
El primer europeo en llegar a Alaska fue Alekséi Chírikov en 1741, y el primer asentamiento permanente fue establecido por los rusos en 1784, centrado en la caza de nutrias. La soberanía rusa sobre Alaska terminó el 18 de octubre de 1867, cuando el secretario de Estado de Estados Unidos, William H. Seward, compró el territorio a Moscú por 7,2 millones de dólares. Esta transacción se realizó en un contexto de dificultades económicas para Rusia, exacerbadas por el fracaso en la guerra de Crimea.
La elección de Alaska como sede de la cumbre ha sido calificada por el Kremlin como «bastante lógica», dado que Rusia y Estados Unidos son «vecinos cercanos». El asesor de la presidencia rusa, Yuri Ushakov, ha señalado que es natural que la delegación rusa cruce el estrecho de Bering para llegar a la reunión. Además, ha insinuado la posibilidad de una segunda reunión en territorio ruso, lo que podría complicar aún más las relaciones entre ambos países.
### Implicaciones Legales y Geopolíticas
Un aspecto crucial de esta cumbre es la situación legal de Putin en Estados Unidos. Alaska, al ser parte de Estados Unidos, ofrece un refugio seguro para el presidente ruso, quien enfrenta una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) en marzo de 2023. Esta orden se basa en acusaciones de crímenes de guerra, específicamente por la deportación ilegal de niños ucranianos a Rusia. Dado que Estados Unidos no es firmante del Estatuto de Roma, la CPI no tiene jurisdicción en su territorio, lo que significa que Putin no puede ser detenido en Alaska.
La elección de la sede también ha sido objeto de especulación. Inicialmente, se barajaron otros lugares como los Emiratos Árabes Unidos, Turquía, China o India, pero finalmente se optó por Alaska. Esta decisión podría interpretarse como un intento de Putin de reafirmar su influencia en un territorio que alguna vez fue parte de su imperio, al mismo tiempo que busca evitar las repercusiones legales que podría enfrentar en otros países.
La cumbre se produce en un contexto de tensiones crecientes entre Rusia y Occidente, especialmente en relación con la guerra en Ucrania. Zelenski, el presidente ucraniano, ha dejado claro que no está dispuesto a ceder territorios a Rusia, lo que complica aún más las posibilidades de un acuerdo. La postura de Putin, que se ha mantenido firme en sus demandas, sugiere que la cumbre podría no resultar en avances significativos hacia la paz.
A medida que se acerca la fecha de la cumbre, la comunidad internacional observa con atención. Las implicaciones de este encuentro no solo afectan a las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, sino que también tienen repercusiones en la estabilidad de Europa y en la dinámica global. La elección de Alaska como sede, un territorio con un pasado complejo y una conexión histórica con Rusia, añade una dimensión intrigante a este evento diplomático.
La cumbre entre Trump y Putin en Alaska es, sin duda, un momento histórico que podría definir el futuro de las relaciones entre estas dos potencias. Sin embargo, las expectativas son cautelosas, y muchos se preguntan si este encuentro podrá realmente contribuir a la resolución de la crisis en Ucrania o si, por el contrario, se convertirá en un mero espectáculo diplomático sin resultados concretos.