La situación en Gaza se ha intensificado en los últimos días, con Israel preparando una nueva ofensiva militar en la ciudad de Gaza. Eyal Zamir, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Israel, ha declarado que el Ejército pronto avanzará a la siguiente fase de su operación, centrando sus esfuerzos en intensificar los ataques contra Hamás. Esta nueva fase, denominada ‘operación Carros de Gedeón’, busca derrotar a Hamás de manera decisiva, mientras se mantiene la seguridad de los rehenes como una prioridad.
Durante una visita a las áreas afectadas por los combates, Zamir destacó que, aunque los ataques se extenderán por toda la Franja de Gaza, el enfoque principal estará en la capital, donde se estima que cerca de un millón de personas podrían verse obligadas a desplazarse hacia el sur. Las Fuerzas de Defensa de Israel han prometido utilizar todas sus capacidades terrestres, aéreas y marítimas para neutralizar a Hamás.
La respuesta de Hamás no se ha hecho esperar. El movimiento islamista ha calificado las declaraciones de Zamir como una promesa de «una nueva ola de exterminio y desplazamiento masivo». En un comunicado, Hamás denunció estas intenciones como un «crimen de guerra imperdonable» y acusó a Estados Unidos de proporcionar apoyo político y militar a Israel, lo que les otorga una «carta blanca» para llevar a cabo estas acciones.
A pesar de que no se ha fijado una fecha específica para el inicio de esta nueva fase de la ofensiva, se ha informado que las fuerzas israelíes ya están activas en el barrio de Zeitún, al sur de la capital. Esta escalada de violencia ha generado una creciente preocupación entre la población civil, que se enfrenta a la posibilidad de un nuevo éxodo masivo.
En medio de esta situación, el COGAT, el organismo encargado de gestionar asuntos civiles en los territorios ocupados, ha anunciado que permitirá la entrada de tiendas de campaña y equipos de refugio en Gaza. Estas medidas son parte de los preparativos del Ejército israelí para trasladar a los residentes de las áreas de conflicto hacia el sur de la Franja, en un intento de mitigar el impacto de la ofensiva militar.
La situación política en Israel también se ha visto afectada por la escalada del conflicto. Una reciente encuesta publicada por un diario israelí muestra que la aprobación del primer ministro Benjamin Netanyahu ha caído al 36%, con un 59% de insatisfacción entre la ciudadanía. El ministro de Guerra, Yisrael Katz, ha obtenido un porcentaje aún menor, lo que refleja el descontento generalizado con la gestión del conflicto.
Mientras tanto, miles de israelíes han salido a las calles para participar en una huelga nacional, exigiendo un acuerdo que ponga fin a los secuestros y detenga la guerra. Las protestas han incluido el bloqueo de carreteras y la participación de universidades y empresas privadas. Cientos de miles de personas se han reunido en Tel Aviv, donde antiguos rehenes han proyectado mensajes en pantallas gigantes, instando al presidente de Estados Unidos a considerar la vida de los cautivos antes de permitir que la ofensiva militar se expanda.
La situación humanitaria en Gaza es crítica, con informes que indican que más del 80% de los muertos en el conflicto son civiles. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos, mientras se intensifican los llamados a un alto el fuego y a la protección de la población civil. La escalada del conflicto en Gaza no solo afecta a los residentes de la región, sino que también tiene repercusiones en la política interna de Israel y en las relaciones internacionales, especialmente con Estados Unidos, que ha sido criticado por su apoyo a las acciones israelíes.
En este contexto, la comunidad internacional sigue de cerca la situación, esperando que se logren avances hacia una solución pacífica que garantice la seguridad y los derechos de todos los involucrados. La presión sobre el gobierno israelí para que busque alternativas diplomáticas en lugar de una escalada militar se intensifica, mientras la población civil en Gaza enfrenta las consecuencias de un conflicto que parece no tener fin.