La periodista valenciana Maribel Vilaplana ha roto su silencio tras meses de controversia y ataques mediáticos, en un contexto marcado por la tragedia de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que afectó a la Comunidad Valenciana. En una carta abierta dirigida a los medios de comunicación, Vilaplana ha expresado su angustia y ha aclarado su papel en los eventos que rodearon esa fatídica jornada, donde se vio envuelta en una tormenta de críticas y especulaciones tras haber compartido una comida con Carlos Mazón, presidente de la Generalitat Valenciana.
La DANA, que dejó a su paso un rastro de destrucción y dolor, se convirtió en el telón de fondo de una serie de acusaciones y rumores que apuntaban a Vilaplana como una figura central en la controversia. En su carta, la periodista comienza expresando su respeto y solidaridad hacia las víctimas de la DANA, dejando claro que su intención nunca fue desviar la atención de la tragedia. «Soy plenamente consciente del sufrimiento que provocó aquella tragedia», escribe, enfatizando que su decisión de permanecer en un segundo plano fue motivada por el deseo de no avivar el circo mediático que rodeaba el evento.
### La Comida que Desató la Controversia
El día de la DANA, Vilaplana tenía una agenda laboral que cumplió como estaba prevista. Su jornada comenzó en Ford Almussafes, donde impartió un curso de formación, y posteriormente se trasladó al centro de Valencia para una comida profesional con Mazón. En su relato, Vilaplana detalla cómo llegó al restaurante sin ser consciente de la magnitud de la tragedia que se estaba desarrollando en otras localidades valencianas. «En la ciudad no llovía y eso me hizo sentir todavía más ajena a la situación», explica, añadiendo que durante la comida, el presidente recibió múltiples llamadas que interrumpieron su conversación, lo que contribuyó a su desconexión respecto a los eventos que se estaban desarrollando en ese momento.
Vilaplana aclara que su intención durante la comida era explorar posibles vías de colaboración profesional, y que en ningún momento participó en decisiones políticas o en la gestión de la crisis. Sin embargo, su presencia en esa comida se convirtió en un foco de atención mediática, lo que la llevó a experimentar un acoso constante en redes sociales y otros canales. La periodista menciona que su silencio inicial, aunque bienintencionado, alimentó la especulación y el morbo en torno a su figura, convirtiéndola en una diana de ataques y críticas.
### El Impacto Personal y Profesional
La carta de Vilaplana no solo aborda los hechos del día de la DANA, sino que también expone el impacto emocional y psicológico que esta situación ha tenido en su vida. La periodista revela que ha estado en tratamiento psicológico debido al estrés postraumático que ha sufrido a raíz de los ataques y la presión mediática. «Durante estos diez meses he vivido sometida a una presión insoportable. He sido objeto de un acoso constante, de insultos, de burlas y de un escrutinio injusto», confiesa, reflejando el dolor que ha experimentado no solo en su vida profesional, sino también en su vida personal y familiar.
Vilaplana también plantea una reflexión sobre el tratamiento mediático que ha recibido, cuestionando si la situación habría sido la misma si un hombre hubiera estado en su lugar. «¿Habría despertado tanto morbo, tanto machismo rancio y tanto prejuicio?», se pregunta, señalando cómo el enfoque sexista ha distorsionado la narrativa en torno a su figura y ha desviado la atención de lo verdaderamente importante: esclarecer las responsabilidades que se derivaron de aquella jornada.
La periodista concluye su carta pidiendo respeto, no solo para ella, sino también para las víctimas de la DANA. «Lo único que pido ahora es respeto. Respeto hacia mi persona, hacia mi familia y hacia mi vida privada», escribe, enfatizando que su nombre no debe seguir siendo utilizado como un arma política ni como entretenimiento morboso. Vilaplana hace un llamado a centrar la atención en aquellos que realmente tienen la responsabilidad de dar explicaciones sobre lo sucedido durante la DANA, dejando claro que su papel fue meramente circunstancial y ajeno a las decisiones que llevaron a la tragedia.
La carta de Maribel Vilaplana es un testimonio poderoso de cómo la presión mediática puede afectar la vida de una persona, especialmente en un contexto tan delicado como el de una tragedia. Su valentía al hablar en primera persona y al compartir su experiencia es un recordatorio de la importancia de abordar las historias con rigor y respeto, sin caer en la tentación del sensacionalismo y la especulación. En un mundo donde las redes sociales amplifican las voces y los rumores, es esencial recordar que detrás de cada noticia hay personas con historias complejas y emociones profundas.