En el contexto actual de la transición energética, el hidrógeno verde ha emergido como una de las soluciones más prometedoras para descarbonizar la economía. Sin embargo, la realidad del sector está marcada por la incertidumbre y el escepticismo, como lo ha señalado Olvido Moraleda, consejera delegada de BP España. Durante su intervención en el X Foro Energía de El Economista, Moraleda expresó su preocupación por el «sobreoptimismo» que rodea a los proyectos de hidrógeno verde, sugiriendo que podría haber una burbuja en desarrollo debido a la gran cantidad de iniciativas que aún no han demostrado su viabilidad.
Moraleda enfatizó la necesidad de ser prudentes y de anclar estos proyectos en una demanda real. Un ejemplo de esto es la colaboración entre BP e Iberdrola en la refinería de Castellón, donde se prevé que la producción de hidrógeno verde comience a mediados de 2026. Este enfoque de producir hidrógeno cerca de los puntos de consumo es una tendencia que también han adoptado otras empresas del sector, como Repsol y Moeve, quienes han mostrado reticencias sobre la viabilidad del transporte de hidrógeno a larga distancia.
### La Realidad del Hidrógeno Verde
El hidrógeno verde se produce a partir de fuentes renovables y se considera una alternativa limpia a los combustibles fósiles. Sin embargo, su desarrollo enfrenta varios desafíos. Uno de los principales obstáculos es la necesidad de financiación pública, ya que se trata de una tecnología aún incipiente y, según Moraleda, «bastante inmadura». Esto ha llevado a que muchas empresas del sector pidan apoyo gubernamental para poder avanzar en sus proyectos.
Arturo Gonzalo, CEO de Enagás, también ha expresado su preocupación sobre la sostenibilidad del transporte de hidrógeno. Según él, el objetivo de consumir 20 millones de toneladas de hidrógeno verde en Europa representa una gran oportunidad para España, que podría convertirse en un líder en la producción y transporte de este recurso. Gonzalo ha destacado que la red troncal de hidrógeno que se planea construir para 2030 podría conectar la producción con el consumo y permitir la exportación de excedentes, lo que posicionaría a España como un actor clave en el mercado europeo.
Sin embargo, la realidad es que muchos proyectos de hidrógeno verde están siendo reevaluados. Por ejemplo, Repsol ha cancelado su planta en Puertollano, citando la falta de competitividad como un factor determinante. Esta situación ha llevado a un reflujo en el sector, donde las expectativas iniciales están siendo ajustadas a la baja.
### Biocombustibles: Una Alternativa Viable
En contraste con el hidrógeno verde, los biocombustibles están ganando terreno como una opción más inmediata y viable para la descarbonización del transporte. Moraleda ha destacado que los biocombustibles representan «una gran oportunidad como país», ya que pueden contribuir significativamente a la reducción de las emisiones de CO2, que en el caso del transporte representan aproximadamente el 30% del total.
Los biocombustibles, como el diésel renovable, han demostrado ser efectivos en la reducción de emisiones, logrando una disminución del 83%. Además, su producción fomenta la circularidad de las materias primas y reduce la dependencia de combustibles importados. Sin embargo, para maximizar su potencial, la industria pide una fiscalidad diferenciada y acceso a financiación pública, similar a lo que se ha implementado en otros países como Francia.
La combinación de biocombustibles y energías renovables podría ser clave para alcanzar los objetivos de sostenibilidad establecidos por la Unión Europea. La CEO de Acciona Energía, Arantza Ezpeleta, ha subrayado que las energías renovables, como la solar y la eólica, son fundamentales para la transición ecológica y que el hidrógeno verde puede ser un vector importante en este proceso.
A medida que el sector energético evoluciona, es evidente que tanto el hidrógeno verde como los biocombustibles jugarán roles cruciales en la búsqueda de un futuro más sostenible. Sin embargo, la clave estará en la capacidad de las empresas y los gobiernos para adaptarse a las realidades del mercado y fomentar un entorno propicio para la innovación y el desarrollo de tecnologías limpias. La prudencia y la planificación estratégica serán esenciales para evitar caer en la trampa del optimismo desmedido y asegurar que los proyectos que se implementen sean realmente sostenibles y beneficiosos para el medio ambiente.