La masía conocida como ‘La Chaparra’, ubicada en Vistabella del Maestrat, se ha convertido en el epicentro de un juicio que revela las atrocidades cometidas por una secta liderada por Antonio G. L., apodado ‘Tío Toni’. Este individuo, quien falleció en prisión preventiva, fue acusado de múltiples delitos de agresión sexual, especialmente hacia menores. A pesar de su muerte, el proceso judicial continúa, juzgando a seis de sus cómplices, quienes enfrentan un total de 326 años de prisión por su implicación en estos crímenes.
### La estructura de la secta y su funcionamiento
La secta, que operaba bajo la apariencia de una comunidad espiritual, se caracterizaba por su estructura jerárquica y dogmática. ‘Tío Toni’ se presentaba como un gurú que ofrecía terapias sanadoras, las cuales, según testimonios, incluían prácticas sexuales encubiertas como métodos de «sanación». Desde 1990, comenzó a atraer seguidores en Castellón, quienes, atraídos por sus promesas de bienestar, se trasladaron a ‘La Chaparra’. Allí, los hombres se dedicaban al trabajo físico, mientras que las mujeres asumían las labores del hogar, todo bajo la supervisión de su líder.
La Fiscalía ha descrito la dinámica de la secta como totalitaria, donde el control sobre los miembros era absoluto. Las relaciones sentimentales eran fomentadas entre los integrantes, y los niños nacidos en esta comunidad eran criados bajo las estrictas normas impuestas por ‘Tío Toni’. Sin embargo, lo que comenzó como una comunidad alternativa se transformó en un entorno de abuso sistemático, donde las agresiones sexuales a menores eran una práctica común, justificada por el líder con argumentos engañosos.
### Testimonios desgarradores de las víctimas
Durante la primera jornada del juicio, dos víctimas ofrecieron testimonios impactantes que revelan la magnitud del sufrimiento infligido por ‘Tío Toni’. Una de ellas, una joven de 27 años, relató que fue víctima de abusos desde los 12 hasta los 17 años. Describió cómo el gurú utilizaba un vibrador, al que se refería como «la maquinita», y justificaba sus acciones con afirmaciones sobre la creación de «seres de luz». La joven también mencionó que su madre minimizaba los abusos, diciendo que no había problema si ‘Tío Toni’ la tocaba.
La otra víctima, una menor de 17 años, corroboró su declaración anterior en cámara Gesell, evitando así el trauma de testificar en sala. Relató cómo ‘Tío Toni’ la sometió a situaciones humillantes, como ser obligada a mostrar sus pechos a otros miembros del grupo. Este ambiente de control y aislamiento hacía que las víctimas se sintieran atrapadas, incapaces de escapar de la influencia del líder.
Los testimonios de ambas jóvenes reflejan un patrón de manipulación emocional y abuso sexual que se perpetuó durante años. Las víctimas describieron cómo ‘Tío Toni’ utilizaba el lenguaje de la sanación para encubrir sus acciones, creando un entorno donde los abusos eran normalizados y justificados.
### La respuesta de la justicia y el impacto en la comunidad
El juicio contra los seis miembros de la secta no solo busca justicia para las víctimas, sino que también pone de relieve la necesidad de abordar el fenómeno de las sectas destructivas en la sociedad. La Fiscalía ha argumentado que los acusados no solo fueron cómplices de los abusos, sino que también formaron parte de una asociación ilícita que operaba bajo la fachada de una comunidad espiritual.
El caso ha generado un gran interés en la comunidad, y muchos se preguntan cómo fue posible que tales abusos ocurrieran durante tanto tiempo sin que se interrumpieran. La respuesta a esta pregunta radica en la manipulación psicológica y el control que ejercía ‘Tío Toni’ sobre sus seguidores, quienes, en su mayoría, eran personas vulnerables en busca de respuestas y apoyo emocional.
A medida que avanza el juicio, se espera que más testimonios salgan a la luz, revelando la profundidad del sufrimiento y la manipulación que sufrieron los miembros de ‘La Chaparra’. La sociedad debe estar atenta a estos casos, no solo para buscar justicia, sino también para prevenir que situaciones similares se repitan en el futuro. La lucha contra las sectas destructivas es un desafío que requiere la colaboración de todos, desde las autoridades hasta la comunidad en general, para proteger a los más vulnerables y garantizar que se haga justicia.
