AENA, el gestor aeroportuario español, ha enfrentado recientemente una caída significativa en su cotización bursátil, a pesar de reportar un aumento en ingresos y beneficios durante los primeros nueve meses de 2025. Este fenómeno ha suscitado inquietudes entre los inversores, quienes parecen descontentos con el alto grado de control estatal sobre la compañía, que se sitúa en un 51%. La situación se complica aún más por la presión ejercida por las comunidades autónomas, especialmente Cataluña y Canarias, que buscan mayor autonomía en la gestión de sus aeropuertos.
La conferencia con analistas, liderada por el presidente y CEO de AENA, Maurici Lucena, dejó claro que la compañía mantendrá su modelo de gestión centralizada. Lucena afirmó que tomará «lo que sea necesario» para preservar este modelo, lo que podría incluir resistir las demandas de las autonomías por mayor control. Esta postura ha generado tensiones, especialmente después de que el Parlamento de Canarias rechazara la subida de tasas para el próximo año, una medida que ha sido criticada por varias aerolíneas, incluyendo a Ryanair.
A pesar de la presión política y las críticas, AENA ha logrado aumentar sus ingresos en un 8,8%, alcanzando los 4.785,2 millones de euros. Este crecimiento se ha visto impulsado por un aumento en el tráfico de pasajeros, que ha crecido un 4,1%, alcanzando los 294,1 millones de viajeros. Los ingresos por negocios aeronáuticos han contribuido con 2.556,2 millones de euros, mientras que los ingresos comerciales han aumentado un 10,8%, alcanzando 1.466,1 millones de euros. Además, los servicios inmobiliarios también han mostrado un crecimiento significativo, con un aumento del 13,7% hasta los 98,2 millones de euros.
Sin embargo, la situación financiera de AENA no está exenta de desafíos. Aunque el resultado bruto de explotación (EBITDA) ha aumentado un 8,2%, alcanzando 2.882,7 millones de euros, el margen EBITDA ha disminuido ligeramente del 60,6% al 60,2%. Los gastos de explotación también han crecido, alcanzando 2.533,8 millones de euros, lo que ha llevado a un aumento del 7% en los costos operativos. A pesar de estos desafíos, el beneficio neto ha crecido un 8,9%, alcanzando 1.579,4 millones de euros.
Un aspecto que ha generado controversia es el dividendo, que ha absorbido el 80% del beneficio en los últimos años. Lucena ha defendido la política de dividendos, asegurando que AENA puede mantener un dividendo elevado mientras lleva a cabo un ambicioso plan de inversión de 12.888 millones de euros entre 2027 y 2031. Esta estrategia ha sido vista con recelo por algunos inversores, que temen que la alta proporción de beneficios destinados a dividendos pueda limitar la capacidad de la empresa para reinvertir en su crecimiento y modernización.
La deuda financiera neta de AENA ha disminuido a 5.127 millones de euros, y el ratio de deuda sobre EBITDA ha mejorado de 1,57 a 1,37 veces. Esta reducción de la deuda es un signo positivo para la compañía, especialmente en el contexto de su plan de inversión a largo plazo. Sin embargo, los inversores siguen preocupados por la dependencia del Estado en la gestión de AENA y las posibles repercusiones de las decisiones políticas sobre su futuro.
En resumen, AENA se encuentra en una encrucijada. Por un lado, ha demostrado un sólido desempeño financiero, con un aumento en ingresos y beneficios, y una reducción de la deuda. Por otro lado, enfrenta presiones externas significativas que podrían afectar su modelo de gestión y su capacidad para atraer inversión. La postura de Lucena de mantener un control centralizado en la gestión de la compañía podría ser un factor determinante en su éxito o fracaso en el futuro. La situación de AENA es un reflejo de los desafíos que enfrentan muchas empresas en un entorno donde la política y la economía están intrínsecamente entrelazadas.
