Ecuador se encuentra en un momento crítico con la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, donde el actual presidente Daniel Noboa se enfrenta a la candidata correísta Luisa González. Esta contienda electoral se desarrolla en un contexto de creciente violencia y polarización política, lo que ha llevado a la población a cuestionar el futuro del país.
La primera vuelta de las elecciones, celebrada en febrero, dejó a Noboa con un 44,3% de los votos y a González con un 43,8%, lo que anticipa una segunda vuelta muy reñida. Ambos candidatos representan visiones opuestas para el futuro de Ecuador, lo que ha intensificado la polarización entre sus seguidores. Noboa, quien asumió la presidencia en 2023 a los 35 años, ha centrado su campaña en la lucha contra el crimen organizado, un tema que ha cobrado relevancia en un país que ha visto un aumento alarmante en la violencia desde 2020, impulsada por la actividad de cárteles de drogas.
La tasa de homicidios en Ecuador ha alcanzado un 38%, superando a países como México y Colombia, que tradicionalmente han sido considerados más inseguros. Esta situación ha generado un clima de miedo e incertidumbre entre los ciudadanos, quienes ven la seguridad y la economía como sus principales preocupaciones. En este contexto, Noboa ha propuesto reformas constitucionales y la posibilidad de permitir bases militares extranjeras en un intento por controlar la violencia.
Por otro lado, Luisa González, quien proviene de un entorno humilde y se identifica con la ideología correísta, aboga por un cambio radical en la política ecuatoriana. Aunque su postura es más progresista en términos sociales, su firme oposición al aborto ha generado tensiones con sectores feministas. La campaña ha estado marcada por ataques y descalificaciones mutuas, lo que refleja la profunda división que existe en el país.
A pocas horas de las elecciones, Noboa ha declarado un estado de excepción, justificando esta medida como parte de su estrategia para combatir el crimen. Este decreto suspende ciertos derechos constitucionales, como la inviolabilidad del domicilio y la libertad de reunión, lo que ha suscitado críticas de quienes consideran que esta acción podría ser utilizada para influir en los resultados electorales. Este es el noveno estado de excepción que Noboa decreta desde que asumió el cargo, lo que ha llevado a muchos a cuestionar la efectividad de su gobierno en la lucha contra la criminalidad.
La participación de los ecuatorianos en el extranjero también es un factor a considerar, ya que cerca de 190,000 ciudadanos residentes en España tienen derecho a voto en esta segunda vuelta. Esto podría influir en los resultados, dado que la diáspora ecuatoriana ha mostrado un interés creciente en la política de su país natal.
La polarización política en Ecuador no solo se refleja en las elecciones, sino que también ha permeado la sociedad en su conjunto. Las diferencias ideológicas han llevado a enfrentamientos entre grupos de apoyo a ambos candidatos, lo que ha exacerbado la tensión social. Los analistas advierten que el voto indígena podría ser decisivo en esta contienda, dado que representa un segmento significativo de la población que ha sido históricamente marginado en el proceso político.
En resumen, las elecciones en Ecuador se desarrollan en un clima de violencia y polarización que plantea serios desafíos para el futuro del país. La lucha entre Noboa y González no solo es una batalla por la presidencia, sino también una lucha por la dirección que tomará Ecuador en los próximos años. La capacidad de los candidatos para abordar los problemas de seguridad y economía será crucial para ganar la confianza de los votantes y, en última instancia, para la estabilidad del país.