La reciente DANA que afectó a Valencia el 29 de octubre dejó una estela de devastación y una notable respuesta solidaria por parte de la ciudadanía. Sin embargo, la gestión de las donaciones recaudadas por influencers ha generado controversia, ya que cerca de un millón de euros aún no ha llegado a los afectados. Este fenómeno pone de relieve las complicaciones que pueden surgir en la distribución de ayuda en situaciones de emergencia.
La DANA, que provocó inundaciones y caos en varias localidades, también desató una ola de solidaridad. Muchos influencers, en un intento de ayudar, comenzaron a recaudar fondos, impulsados por la percepción de que las organizaciones tradicionales no estaban haciendo lo suficiente. Sin embargo, esta buena intención ha resultado en un proceso burocrático que ha retrasado la llegada de las ayudas a quienes más las necesitan.
Entre los influencers que se involucraron en la recaudación de fondos se encuentran figuras como TheGrefg, David Aliagas y Violeta Ferrer. Cada uno de ellos recaudó cantidades significativas, pero decidieron canalizar esos fondos a través de nuevas asociaciones, lo que ha complicado aún más la distribución de la ayuda. A pesar de que su intención era loable, la falta de experiencia y la burocracia asociada a la creación de nuevas organizaciones han llevado a que el dinero permanezca sin distribuir durante meses.
TheGrefg, por ejemplo, logró reunir aproximadamente 125,000 euros, que se destinarían a una asociación llamada Terreta Conecta, creada específicamente para ayudar a los damnificados. Sin embargo, la asociación no estaba completamente constituida en el momento de la recaudación, lo que ha llevado a que los fondos no se hayan podido distribuir. Por su parte, Violeta Ferrer recaudó cerca de 500,000 euros, pero tardó dos meses en ofrecer explicaciones sobre la gestión de esos fondos. Inicialmente, planeaba trabajar con el Ayuntamiento de Valencia, pero luego optó por crear su propia asociación, lo que ha añadido más tiempo al proceso.
La situación ha generado críticas hacia estos influencers, quienes han sido acusados de no gestionar adecuadamente las donaciones. La falta de transparencia y la lentitud en la distribución de los fondos han llevado a cuestionamientos sobre la efectividad de sus esfuerzos. Mientras tanto, organizaciones consolidadas como Cáritas han logrado distribuir ayudas de manera más eficiente, lo que pone de manifiesto la importancia de contar con estructuras ya establecidas en situaciones de emergencia.
La acumulación de fondos sin su correspondiente distribución ha suscitado un debate sobre la responsabilidad de los influencers en la gestión de donaciones. Algunos críticos han señalado que la redistribución de la riqueza no debería depender de la popularidad de una figura pública, sino que debería estar en manos de organizaciones con experiencia en el manejo de crisis. Esto plantea interrogantes sobre el papel de los influencers en la sociedad y su capacidad para actuar como intermediarios en situaciones de emergencia.
El caso de la DANA en Valencia es un claro ejemplo de cómo la buena intención puede verse empañada por la falta de planificación y la burocracia. La creación de nuevas asociaciones para gestionar donaciones puede ser un proceso valioso, pero también puede resultar en retrasos significativos que afectan a quienes más necesitan ayuda. La situación actual resalta la necesidad de una mayor coordinación entre influencers y organizaciones establecidas para asegurar que la ayuda llegue de manera oportuna y efectiva a los damnificados.
En conclusión, la gestión de donaciones en situaciones de emergencia es un tema complejo que requiere una planificación cuidadosa y una colaboración efectiva entre diferentes actores. La experiencia de la DANA en Valencia debería servir como un recordatorio de la importancia de contar con estructuras adecuadas para la distribución de ayuda, así como de la responsabilidad que tienen los influencers al manejar fondos recaudados en nombre de los afectados.