La economía española atraviesa un momento crítico, marcado por una serie de indicadores que reflejan una situación preocupante. Desde la llegada al poder de Pedro Sánchez en junio de 2018, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita ha permanecido estancado, lo que plantea serias dudas sobre la efectividad de las políticas económicas implementadas. A pesar de los esfuerzos del gobierno por presentar una imagen optimista, la realidad es que la deuda pública ha alcanzado cifras alarmantes, superando los 1,663 billones de euros, lo que representa el 102,3% del PIB. Esta situación no solo afecta a la economía en términos macroeconómicos, sino que también tiene un impacto directo en la vida cotidiana de los ciudadanos.
La tasa de desempleo en España sigue siendo la más alta de toda la Unión Europea y de la OCDE, lo que genera un clima de incertidumbre y desconfianza entre la población. A pesar de las afirmaciones de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sobre el éxito de sus políticas para combatir el desempleo, la realidad es que muchos españoles se ven obligados a aceptar múltiples trabajos precarios para poder sobrevivir. La aspiración de comprar una vivienda se ha convertido en un sueño inalcanzable para muchos, que ahora se conforman con alquilar habitaciones en lugar de casas.
### La Propiedad Privada y el Bien Común
Uno de los pilares fundamentales de la economía occidental ha sido el respeto a la propiedad privada, un principio que parece estar en peligro en la actualidad. La creciente intervención del estado en la economía y la falta de respeto por la propiedad ajena han llevado a una erosión de los valores que sustentan el bien común. En este contexto, la idea de que el estado debe redistribuir la riqueza se ha vuelto predominante, pero esta redistribución se realiza a expensas de la creación de riqueza real.
La situación actual en España es un claro ejemplo de cómo la falta de respeto por la propiedad privada puede llevar a una crisis económica. Los ciudadanos se ven atrapados en un ciclo de dependencia de las subvenciones estatales, mientras que la creación de empleo y la generación de riqueza se ven relegadas a un segundo plano. La economía se ha convertido en un sistema donde se prioriza el gasto público sobre la inversión y la producción, lo que a largo plazo puede resultar insostenible.
La narrativa del gobierno, que intenta presentar la situación económica como un éxito, contrasta fuertemente con la experiencia de la ciudadanía. La propaganda oficial ha logrado convencer a muchos de que la culpa de los problemas económicos recae en factores externos, como el fascismo o la ultraderecha, desviando así la atención de las verdaderas causas de la crisis. Esta estrategia no solo es engañosa, sino que también impide un debate constructivo sobre las soluciones necesarias para abordar los problemas económicos que enfrenta el país.
### La Crisis Económica Global
La crisis que se cierne sobre Occidente no es exclusiva de España; es un fenómeno que afecta a múltiples países y que tiene sus raíces en la descomposición de los principios económicos tradicionales. La dependencia de la deuda y la falta de un enfoque en la producción y la creación de riqueza son tendencias que se observan en muchas economías desarrolladas. La situación actual podría ser el preludio de una crisis económica global que podría resultar más devastadora que la crisis financiera de 2008.
Los fundamentos de la economía occidental, que se basan en la propiedad privada y el respeto por el esfuerzo individual, están siendo desafiados por un modelo que prioriza la intervención estatal y la redistribución de la riqueza. Este cambio de paradigma no solo afecta a la economía, sino que también tiene implicaciones sociales y culturales profundas. La meritocracia, que alguna vez fue un valor central en la sociedad, se ve amenazada por un sistema que premia la dependencia y la falta de iniciativa.
En este contexto, es crucial que los ciudadanos tomen conciencia de la situación y exijan un cambio en las políticas económicas. La creación de un entorno que fomente la inversión, el emprendimiento y el respeto por la propiedad privada es esencial para revertir la tendencia actual. Solo a través de un enfoque renovado en la producción y la creación de riqueza se podrá construir un futuro más próspero y sostenible para todos.
La economía española, y por extensión la economía occidental, se enfrenta a desafíos sin precedentes. La falta de respeto por la propiedad privada, la dependencia de las subvenciones y la creciente deuda pública son síntomas de un sistema que necesita urgentemente una revisión. La historia nos ha enseñado que la prosperidad económica se basa en la creación de riqueza, no en su redistribución. Es hora de que se reconozcan estos principios y se actúe en consecuencia.