Dormir unos minutos a mediodía no es un lujo ni una señal de pereza. La siesta, una práctica común en muchas culturas, está respaldada por estudios científicos que demuestran su impacto positivo en la memoria, la salud cardiovascular y el bienestar emocional. En particular, durante los meses de verano, cuando el calor puede afectar nuestro rendimiento, una breve siesta puede ser especialmente reparadora. Sin embargo, no todas las siestas son iguales, y es fundamental conocer cómo, cuándo y cuánto tiempo debemos dormir para maximizar sus beneficios.
### Beneficios de la Siesta
Cuando descansamos después de comer, nuestro organismo activa un sistema de recuperación muy eficaz. Durante este tiempo, el corazón se relaja, disminuye el ritmo respiratorio y se regula la presión arterial. Además, los niveles de cortisol, la hormona del estrés, descienden, lo que ayuda a calmar la mente. Un estudio publicado en la revista científica *Nature and Science of Sleep* destaca que incluso en personas sanas, la siesta puede reducir la reactividad emocional y mejorar la regulación del humor.
Durante la siesta, el cerebro entra rápidamente en las primeras fases del sueño no REM, una etapa ligera pero muy restauradora. En este estado, se consolidan funciones cognitivas como la memoria y la toma de decisiones. Esto significa que la siesta no solo mejora el aprendizaje, sino que también potencia la capacidad de resolver problemas, favoreciendo la plasticidad cerebral. El doctor Luis Gutiérrez Serrantes, médico de familia, señala que muchas personas experimentan un aumento en la productividad y la creatividad tras un breve descanso.
Para aprovechar al máximo los beneficios de la siesta, es importante tener en cuenta su duración. Los expertos sugieren que una siesta de entre 10 y 30 minutos es ideal. Este tiempo permite descansar sin llegar a las fases profundas del sueño, que pueden dificultar el despertar y dejar una sensación de confusión o somnolencia. Si no se dispone de tiempo suficiente para completar un ciclo de sueño (que dura entre 90 y 120 minutos), es mejor evitar la siesta.
### Cómo Realizar la Siesta Perfecta
La postura en la que se duerme también juega un papel crucial en la efectividad de la siesta. Lo ideal es encontrar una posición que permita relajarse sin caer en un sueño prolongado. Estar semirreclinados, con el cuerpo ligeramente elevado por encima del nivel de las piernas, es una buena opción. Esto se puede lograr en un sofá o en un sillón orejero, que son lugares perfectos para un breve descanso. En vacaciones, una tumbona puede ser adecuada, siempre y cuando se esté a la sombra, protegido del sol y bien hidratado.
Es recomendable evitar dormir en la cama o en pijama, ya que esto puede llevar a que la siesta se alargue más de lo deseado. Además, es importante no aislarse completamente, ya que esto puede resultar en un despertar más difícil y una sensación de aturdimiento posterior.
Sin embargo, aunque la siesta puede ser beneficiosa, es fundamental prestar atención a ciertos signos. Si se convierte en una necesidad diaria difícil de evitar o si al despertarse se siente desorientado o aturdido, es recomendable consultar a un profesional. También es importante estar alerta si se experimenta somnolencia excesiva durante el día, a pesar de haber dormido bien por la noche, o si las siestas comienzan a interferir en la vida laboral o social. Estos síntomas podrían indicar un trastorno del sueño.
### Consejos de Expertos
El doctor Luis Gutiérrez ofrece algunos consejos prácticos para aquellos que desean incorporar la siesta en su rutina diaria:
1. **Si hace calor**: Durante los meses de altas temperaturas, el cuerpo gasta más energía para regular su temperatura interna. Esto puede afectar negativamente la calidad del sueño nocturno, provocando más despertares o dificultando el descanso profundo. Dormir unos minutos al mediodía ayuda a contrarrestar ese desgaste.
2. **¿Para todo el mundo?**: No existe una recomendación universal sobre la siesta, pero algunas personas pueden beneficiarse especialmente, como aquellos que trabajan en turnos nocturnos, mujeres en periodo de lactancia, adultos mayores con sueño fragmentado y estudiantes o trabajadores con alta carga cognitiva.
3. **Quizá no es para ti**: Dormir la siesta no es perjudicial, siempre y cuando se mantenga una rutina adecuada que no interfiera con el sueño nocturno. Sin embargo, para personas con insomnio, una siesta prolongada puede agravar el problema. Por ello, se recomienda que no supere los 30 minutos y que se realice entre 5 y 6 horas después de haberse despertado por la mañana.
Incorporar la siesta en la rutina diaria puede ser una excelente manera de mejorar la salud y el bienestar general. Conociendo los tiempos y las condiciones adecuadas, se puede disfrutar de un descanso reparador que contribuya a un mejor rendimiento en las actividades diarias.